viernes, 1 de enero de 2010

El día que María Reneé Prudencio “saltó del clóset”


La actriz María Reneé Prudencio lo escribió antes de que los legisladores del Distrito Federal aprobaran los matrimonios homosexuales: “Si lo sabe Dios, que lo asuma el PAN”. A partir de esta frase, Prudencio narra en un capítulo del libro Manual de la buena lesbiana una experiencia que la llevó a comprender la importancia (y los matices) de un matrimonio entre personas que se aman y que (por meros detalles de la vida) son del mismo sexo. “Llevaba dos décadas viviendo mi sexualidad a lo tercermundista, me había conformado con el tú y yo, mi amor, solas contra el mundo”, explica la actriz. En un par de páginas del citado libro describe el hecho que cambió su perspectiva: la boda de su mejor amiga. Aclaró sus dudas María Reneé Prudencio confiesa que hasta antes de ese día, disfrutaba vivir su amor y sexualidad dentro de un “no-espacio que conquistamos cuando salimos del armario familiar”, es decir, en una cierta marginación que le permitía mantener en privado asuntos románticos. “La marginación, no se dejen engañar, tiene sus delicias”, asegura. Aquella boda fue entre Ana Francis Mor (actriz también y coautora del libro) y Eugenia. Prudencio describe que fue en la playa y que a ella le correspondió dar un discurso, lo cual la puso en un dilema existencial: “La neta no entendía por qué dos de las amigas cuya incorrección política tenía en la más alta estima querían hacer algo tan doméstico”. El viaje de la ciudad a la playa para asistir a la boda fue especialmente largo ya que fue “a medianoche y atenazada por un cólico inclemente”. Pero una vez en la ceremonia, entendió muchas cosas y aclaró sus dudas. Se percató, primero, de que sus amigas se casaban porque querían hacer una declaración de principios: tú y yo, mi amor, juntas con el mundo. “Se estaban haciendo una promesa que no sólo les competía a ellas, sino que nos competía a todas”. Reflejo de sus temores Fue en ese momento que entendió que el simple hecho de asistir a la boda y dar un discurso la estaba involucrando de manera muy personal y que en esa boda podía ver el reflejo de muchos de sus temores y dudas (triviales y ontológicas): “Estar vivo es involucrarse. Por eso se marcha. Por eso ladeé la cabeza esa tarde en la playa y miré largamente a mi novia, de la cual estaba en esos momentos enamorándome hasta no dar más y pensé: pues sí, si lo sabe Dios, que lo asuma el PAN”. Manual de la buena lesbiana es una recopilación de artículos periodísticos escritos por Francis Mor y publicado por Ediciones emeequis. El capítulo escrito por María Reneé Prudencio (titulado precisamente “La boda de mi mejor amiga”) fue una colaboración especial que, según explica la actriz, surgió cuando Ana Francis la “obligó” a escribir un texto humorísitico para salir de una depresión amorosa. Representación lesbiana La colaboración artística entre ambas tiene varios antecedentes; el más notable fue la obra Bellas atroces, en la que Ana Francis fue la directora y María Reneé una de las cuatro actrices que contaban la historia de Eva, María y Lilith. Este montaje, escrito por Elena Guiochins, fue pionero en la representación de la temática lesbiana y su final confrontaba al público, ya que las cuatro mujeres hacían un desnudo físico aunque simulado por un biombo. Al final de cada función, María Reneé tenía un deseo: que el público entendiera que ese desnudo, mas que físico, era espiritual; que eran cuatro mujeres (incluyendo una invitada de clóset) que se enfrentaban a ser madre soltera o seductora empedernida o hedonista irredenta. Vanessa fue otra de las actrices del elenco y, de hecho, la obra comenzaba con un baile entre su personaje y el de María René Prudencio. Luego de algunos minutos, se acercaban, se amaban con la mirada y se daban un beso. Ciangherotti recuerda: “En una función acudieron dos señoras de provincia que vinieron de vacaciones al Distrito Federal y que estaban hospedadas en un hotel de Paseo de la Reforma. En la recepción del hotel, les recomendaron nuestra obra pero en cuanto sucedió el beso, se salieron del teatro”. Librarse del miedo “Fue un parteaguas en la historia del teatro en México —dice Vanessa— porque también hubo personas que iban a verla siete u ocho veces. A mí me tocó incluso conocer la anécdota de jóvenes y adolescentes que llevaban a sus padres a ver la obra para salir del clóset, que al final de la obra iban a nuestro camerino para decirnos enfrente de sus padres que a partir de ese momento asumían su sexualidad de manera libre”. María Reneé Prudencio interpretaba en la puesta a Eva, una seductora irresponsable que esconde en su afán sexual un profundo deseo por otra mujer. En esencia, lo que tiene ese personaje es miedo, el mismo miedo que María Reneé superó aquel día en que fue testigo de la boda de su mejor amiga.

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